lunes, 19 de noviembre de 2018

LOS PENSADORES DEL RENACIMIENTO

LOS PENSADORES RENACENTISTAS 

Dentro de los mas importantes pensadores de este periodo tenemos a:

GIORDANO BRUNO 


Nacido en 1548 en Nola, Nápoles, acabó quemado en la hoguera por haber desafiado a la Iglesia e ir en contra de las ideas vigentes en aquel entonces como, por ejemplo, negar que la Tierra era el centro del universo.
La sentencia de muerte la impuso unos días antes de la quema pública el papa Clemente VIII, que le dio a Bruno la opción de renunciar a sus ideas y arrepentirse para salvarse.
Pero, según escritos de la época, Bruno hizo más bien lo contrario.

Cuentan que mientras ardía en la hoguera, todavía tuvo fuerzas voltear la cara para rechazar un crucifijo que alguien le puso enfrente. 



MICHAEL DE MONTAIGNE


(Michel Eyquem, señor de Montaigne; Périgueux, Francia, 1533 - Burdeos, id., 1592) Escritor francés de cuya obra fundamental, los Ensayos (1580 y 1588), tomó nombre y forma el moderno género del ensayo, entendido como una disertación subjetiva y crítica en torno a cierto tema. Nacido en el seno de una familia de comerciantes bordeleses que accedió a la nobleza al comprar la tierra de Montaigne en 1477, fue educado en latín, siguiendo el método pedagógico de su padre. Más tarde ingresó en una escuela de Guyena (hoy Aquitania), donde estudió poesía latina y griega, y en 1549 empezó a estudiar derecho en la Universidad de Tolosa.

A partir de 1554 fue consejero en La Cour des Aides de Périgueux, sustituyendo a su padre, y cuando ésta se disolvió, pasó a formar parte del Parlamento de Burdeos. Allí conoció al poeta y humanista Étienne de La Boétie, con quien trabó amistad. Poco interesado por sus funciones parlamentarias, frecuentó un tiempo la vida de la corte. En 1565 se casó con Françoise de La Chassagne, y tres años después murió su padre, heredando la propiedad y el título de señor de Montaigne, lo que le permitió vender su cargo en 1570.

Para cumplir la última voluntad de su padre, Montaigne acabó y publicó en 1569 la traducción de la Teología natural, de Ramón Sibiuda, libro al que volvería años más tarde en los Ensayos (Essais) con la intención de rebatirlo. Un año más tarde viajó a París para publicar en un volumen las poesías latinas y las traducciones de su amigo La Boétie, cuya muerte, en 1563, le había afectado profundamente.

Por fin, el 28 de febrero de 1571 pudo cumplir su deseo de retirarse a sus propiedades para dedicarse al estudio y la meditación, y emprendió, al cabo de un año, la redacción de los Ensayos, combinándola con la lectura de Plutarco y Séneca. No obstante, su retiro duró poco, ya que tuvo que hacerse cargo de nuevos compromisos sociales y políticos a causa de las guerras de religión que asolaban su país y en las que tuvo que prestar su ayuda de diplomático (hecho que se refleja en el libro primero de los Ensayos, dedicado básicamente a cuestiones militares y políticas). La primera edición de los Ensayos, en diez volúmenes, apareció en 1580.

A finales de ese mismo año, aquejado ya problemas de salud, emprendió un largo viaje a Italia que se vio obligado a interrumpir en 1581, cuando recibió la noticia de su elección como alcalde de la ciudad de Burdeos. Durante su primer mandato publicó la segunda edición de los Ensayos (1582). Reelegido para un segundo mandato (1583-1585), tuvo que alternar sus funciones municipales con la tarea de intermediario político entre la ciudad y el rey, y actuó como mediador en las intrigas de la Liga, lo que le valió el favor de Enrique de Navarra.

Fue ésta su última misión política antes de consagrarse únicamente a su obra, que reanudó a partir de 1586, tras abandonar la ciudad a causa de la peste que se había declarado inmediatamente después de concluir su segundo mandato. En 1588 apareció una nueva edición de los Ensayos, con el añadido de un tercer libro. Con motivo de esta nueva publicación, conoció en París a Mademoiselle de Gournay, una gran admiradora suya, con quien mantuvo una especial relación que duraría hasta el final de su vida. Retirado ya definitivamente, tras este último viaje a París y algunos altercados que lo llevaron a prisión, preparó la última edición de los Ensayos, de la que se encargaría Mademoiselle de Gournay en 1595, mientras él se dedicaba al estudio de los clásicos latinos y griegos.

La progresiva evolución de Montaigne hacia una mayor introspección convierte la versión definitiva de los Ensayos en un libro de confesiones en que el autor, profesando un escepticismo moderado, se revela a sí mismo y muestra su curiosidad por todos los aspectos del alma humana, desde el detalle más ínfimo hasta elevadas cuestiones de religión, filosofía o política. Su perspectiva racional y relativista le permite enfrentarse a toda clase de dogmatismos y superarlos, y abre la puerta a una nueva concepción secularizada y crítica de la historia y la cultura, capaz de integrar los nuevos descubrimientos de su tiempo, como los pueblos del Nuevo Mundo.



THOMAS HOBBES 


El pensamiento político y visión del mundo de Thomas Hobbes (1588-1679) es sorprendentemente original y sigue siendo notable en la política contemporánea. Su principal inquietud es el problema del orden social y político: cómo los seres humanos pueden vivir juntos en paz y evitar el peligro y temor de un conflicto civil. Plantea una alternativa como dar nuestra obediencia a un soberano irresponsable (una persona o grupo facultado para decidir cada tema social y político). De lo contrario, lo que nos espera es un «estado de naturaleza» que se asemeja mucho a la guerra civil. Una situación de inseguridad universal, donde todos tienen motivos para temer la muerte y donde la recompensa de la cooperación humana es casi imposible.

   Una controversia ha dominado las interpretaciones de Hobbes. ¿Ve a los seres humanos como puramente egoístas? Varios pasajes apoyan tal lectura, llevando a algunos a pensar que sus conclusiones políticas pueden ser evitadas si adoptamos un cuadro más realista de la naturaleza humana. Sin embargo, la mayoría de los eruditos ahora aceptan que el propio Hobbes tenía una visión mucho más compleja de la motivación humana. Un tema importante a continuación será el por qué los problemas que plantea no pueden evitarse simplemente tomando una visión menos «egoísta» de la naturaleza humana.

   Hobbes es el padre fundador de la filosofía política moderna. Directa o indirectamente, ha fijado los términos del debate sobre los fundamentos de la vida política en nuestros tiempos. Pocos han querido su tesis, sobre los problemas que la vida política significan bajo un soberano irresponsable como su única autoridad política. Sin embargo, todavía vivimos en el mundo donde la autoridad humana es algo que requiere justificación, y es aceptada automáticamente por pocos; un mundo donde la desigualdad social y política también parece cuestionable; y un mundo donde la autoridad religiosa enfrenta una disputa significativa. Podemos plantear la cuestión en términos de la preocupación por la igualdad y los derechos que el pensamiento de Hobbes anunció: vivimos en un mundo donde todos los seres humanos se supone que tienen derechos, es decir, las reivindicaciones morales que protegen sus intereses básicos. Pero, ¿qué o quién determina cuáles son esos derechos? ¿Y quién los hará cumplir? En otras palabras, ¿quién ejercerá los poderes políticos más importantes, cuando la suposición básica es que todos compartimos los mismos derechos?

   Podemos ver la importancia de Hobbes si lo comparamos brevemente con los pensadores políticos más famosos antes y después de él. Un siglo antes, Nicolás Maquiavelo había hecho hincapié en las duras realidades del poder, así como en recordar las antiguas experiencias romanas de libertad política. Maquiavelo aparece como el primer pensador político moderno, porque como Hobbes, ya no estaba preparado para hablar de política en términos establecidos por la fe religiosa (de hecho, era aún más ofensivo que Hobbes para muchos creyentes ortodoxos) una disciplina secular divorciada de la teología. Pero a diferencia de Hobbes, Maquiavelo no nos ofrece una filosofía comprensiva: tenemos que reconstruir sus puntos de vista sobre la importancia y la naturaleza de la libertad; sigue siendo incierto que, los principios Machiavelli se basa en su aparente alabanza de la política de poder amoral.

   Escribiendo algunos años después de Hobbes, John Locke había aceptado definitivamente los términos del debate que Hobbes había establecido: ¿cómo pueden los seres humanos vivir juntos, cuando las justificaciones religiosas o tradicionales de la autoridad ya no son eficaces o convincentes? ¿Cómo se justifica la autoridad política y hasta qué punto se extiende? En particular, ¿son nuestros gobernantes políticos propiamente como ilimitados en sus poderes como Hobbes había sugerido? Y si no lo son, ¿qué sistema de política asegurará que no sobrepasen la marca, no transgredan los derechos de sus súbditos?

   Por lo tanto, al evaluar la filosofía política de Hobbes, nuestras preguntas guías pueden ser: ¿Qué escribió Hobbes tan importante? ¿Cómo fue capaz de establecer una manera de pensar sobre la política y el poder que sigue siendo decisiva casi cuatro siglos después?

NICOLÁS MAQUIAVELO 


(Florencia, 1469-1527) Escritor y estadista florentino. Nacido en el seno de una familia noble empobrecida, Nicolás Maquiavelo vivió en la Florencia de los Médicis, en tiempos de Lorenzo el Magnífico y Pedro II de Médicis. Tras la caída de Girolamo Savonarola (1498) fue nombrado secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad, cargo que ocupó hasta 1512 y que le llevó a realizar importantes misiones diplomáticas ante el rey de Francia, el emperador Maximiliano I de Habsburgo y César Borgia, entre otros.

Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo creó la milicia nacional en 1505. Intentó sin éxito propiciar el acercamiento de posiciones entre Luis XII de Francia y el papa Julio II, cuyo enfrentamiento terminó con la derrota de los franceses y el regreso de los Médicis a Florencia (1512).

Como consecuencia de este giro político, Maquiavelo cayó en desgracia, fue acusado de traición, encarcelado y levemente torturado (1513). Tras recuperar la libertad se retiró a una casa de su propiedad en las afueras de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas su obra maestra, El príncipe (Il principe), que Maquiavelo terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis (a pesar de ello, sólo sería publicada después de su muerte).

En 1520, el cardenal Julio de Médicis le confió varias misiones y, cuando se convirtió en Papa, con el nombre de Clemente VII (1523), Maquiavelo pasó a ocupar el cargo de superintendente de fortificaciones (1526). En 1527, las tropas de Carlos I de España tomaron y saquearon Roma, lo que trajo consigo la caída de los Médicis en Florencia y la marginación política de Maquiavelo, quien murió poco después de ser apartado de todos sus cargos.

La obra de Nicolás Maquiavelo se adentra por igual en los terrenos de la política y la literatura. Sus textos políticos e históricos son deudores de su experiencia diplomática al servicio de Florencia, caso de Descripción de las cosas de Alemania(Ritrato delle cose della Alemagna, 1532). En Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, 1512-1519) esbozó, anticipándose a Giambattista Vico, la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.

En El príncipe, obra inspirada en César Borgia (destacada figura de la casa de los Borgia), Maquiavelo describe distintos modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar) y deduce las políticas más adecuadas para su pervivencia. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.

El pensamiento histórico de Nicolás Maquiavelo quedó plasmado fundamentalmente en dos obras: La vida de Castruccio Castracani de Luca (1520) e Historia de Florencia (Istorie fiorentine, 1520-1525). Entre sus trabajos literarios se cuentan variadas composiciones líricas, como Las decenales (Decennali, 1506-1509) o El asno de oro (L'asino d'oro, 1517), pero sobre todas ellas destaca su comedia La mandrágora (Mandragola, 1520), sátira mordaz de las costumbres florentinas de la época. Clizia (1525) es una comedia en cinco actos, de forma aparentemente clásica, que se sitúa en la realidad contemporánea que Maquiavelo tanto deseaba criticar.


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